Todo empezó en mi oficina una tarde de invierno de 1783. No paraba de sonar el teléfono y cada vez que lo cogía siempre oía el mismo caso: ¡¡¡ el asesinato de Warker Pelings!!!
Varia semanas más tarde apareció por la oficina una mujer desesperada con un vestido rojo llamativo, el pelo largo y las uñas tan largas como agujas de coser. Llevaba unos tacones tan altos como cuchillos... ¡aquella mujer tenía una pinta horrible!
Me habló del mismo caso, el asesinato de Warker Pelings. Dijo que sólo podía confiar en un investigador como yo, eso me dio ciertos motivos para sospechar, también contó que Pelings fue asesinado en un laberinto, aunque a eso no le veía mucho sentido. Como no paraban de llamarme decidí ponerme a investigar.
Fui a la misma casa en la que el señor Pelings había vivido. Recorrí cada rincón de la casa y cuando ya había perdido todas las esperanzas me encontré una puerta que conducía a una buhardilla. En ella vi una escalera con manchas de sangre, más adelante una pared ensangrentada y el cadáver del mismísimo Warker Pelings.
Llegué a la conclusión de que esa escalera no era corriente, daba a una especie de trampilla. Sin embargo fue un caso sin resolver. Nunca se supo quien era el asesino, ni de donde había salido la escalera.
Aquella mujer nunca volvió a aparecer en mi oficina.
Yaiza Vila 6b
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